Columna CUENTA PROTECCIÓN

BOXEADORES SIN PROTECCION SOCIAL

A.RIVERO1Por CARLOS RIVERO
¡Una vida por 30 mil pesos!
Pareciera que los viejos hábitos promociónales leoninos de los promotores como Rogelio Robles y Ricardo Maldonado, al igual que Don King (…y un año más después de ser campeón del mundo, decían sus contratos) eran cosa del pasado. Pero: ¡Oh sorpresa! Los nombres pasan y otros ocupan su lugar.
El 25 de julio, el mexicano Juan Alberto «Topo» Rosas enfrentó en Nayarit al costarricense Alejandro «Timón» Martínez, quien horas después de la pelea, ya en Guadalajara, se sintió mal por un coágulo en el cerebro y desde entonces el joven boxeador permanece prácticamente en estado de coma.
Decíamos en anteriores columnas, sobre todo tras la muerte del púgil tapatío, Marco Antonio Nazareth (justamente una semana antes de la pelea del Timón y en la misma sede) que al paso del tiempo pocos se acordarían del hecho, que no se buscaría responsables, porque por desgracia el boxeo está reglamentado y cuando se cumplen las normas no hay culpables en hechos de tragedia como el fallecimiento de un boxeador.
Sin embargo, si hay causas de negligencia, de inexperiencia en médicos generales que están a la orilla del ring sin la menor idea de cómo tratar a un boxeador antes, durante y después de las peleas.
Da coraje y rabia saber que hoy el «Timón» Martínez se encuentra abandonado, que el promotor de la pelea Fernando Beltrán (empresa Zanfer) el gobierno de Nayarit que impulsó la función no mueven un solo dedo y el empresario sólo diga que el boxeador está reaccionado, cuando el padre del pugilista afirma lo contrario.
El boxeo siempre ha sido de grandes depredadores, siempre impulsando contratos leoninos que las comisiones de boxeo permiten, cuando se suponen que son la autoridad designada por los gobiernos municipales o bien por los estatales y su deber además de promover el boxeo es velar por la integridad física de los boxeadores.
Se han olvidado de hacer su tarea social con los boxeadores, que sólo significa dinero.
Sin embargo, dejan pasar por alto situaciones tan elementales como son los contratos leoninos, que les perjudican no sólo a los boxeadores sino a los propios organismos boxísticos, porque los promotores se lavan las manos cuando sucede algún accidente en ring y entonces los responsables directos son las comisiones de boxeo.
Así lo plasma el artículo 11 del contrato que firmó el «Timón» Martínez:
«La empresa NO se hace responsable por cualquier daño de índole físico o mental que sufra el boxeador durante el transcurso de la pelea o a consecuencia de la misma».
Este tipo de artículo debía ser rechazado de inmediato por las comisiones de boxeo locales, porque deberían exigir a los promotores que haya una seguridad médica y social en caso de accidente en el ring y fuera de él tras un combate.
Podrán decir mil cosas de los servicios médicos de la Comisión de Boxeo del Distrito Federal, lo cierto es que hasta que llegaron nuevos promotores en unión con organismos internacionales, los cuerpos colegiados pugilísticos se vieron «forzados» a autorizar programas sin que los boxeadores tuvieran el derecho al Instituto Mexicano del Seguro Social, prestación que se venía dando desde 1959.
Los organismos boxísticos locales se ven «forzados» por las presiones que ejercen los promotores apoyados por entes internacionales que controlan el pugilismo, porque, al menos en el DF y en otras partes de la República son impulsados para ocupar los cargos que una autoridad les da y entonces están en deuda.
Ojalá que los promotores, por su propio bien, volvieran a tener un convenio con el IMSS; les saldría más barato y todos saldrían ganando.
Insisto, falta labor social a favor del boxeador.
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