Canelo-Crawford II: No hay otra opción

Por Lance Pugmire
Mi primera reacción al enterarme de que Canelo Álvarez le había dicho a la cadena mexicana TV Azteca que planeaba una revancha con Terence Crawford fue probablemente la misma que la de muchos otros: ¿Para qué perder el tiempo?
En una actuación que marcó un hito en su carrera en septiembre, Crawford superó en movimiento, estrategia y clase al naturalmente más pesado Álvarez para responder plenamente a la pregunta de quién se consideraba el mejor luchador de su era de dominio de más de una década.
Pensándolo bien, el hecho de que el resultado no le siente bien a Álvarez es bastante refrescante.
DETALLES
(Bien, críticos de Canelo, esta es su oportunidad para argumentar que una segunda pelea es solo otra forma de ganar dinero por parte del campeón de cuatro divisiones que le dio la espalda al merecido contendiente de peso supermediano David Benavidez y seleccionó a los boxeadores más débiles y ligeros como John Ryder, Jermell Charlo, Jamie Munguía y Edgar Berlanga).
Entendido.
Sin embargo, tras haber presenciado la dedicación de Álvarez al entrenamiento y su compromiso de por vida con este deporte, me inclino a pensar que hay algo de orgullo a la antigua usanza en juego, un feroz deseo de volver al laboratorio, de explorar dónde falló la primera pelea y de recuperar el testigo de Crawford.
¿Sucederá? El hecho de que la mayoría de nosotros queramos decir que no, y dudemos de este laureado boxeador de pago por evento de su época, añade un atractivo significativo a la ocasión de la revancha.
En primer lugar, Álvarez tiene que recuperarse de la cirugía de codo izquierdo a la que se sometió en octubre, ya que es probable que su tradicional fecha del fin de semana del Cinco de Mayo sea ocupada por un sucesor digno.
Luego, tiene que volver al gimnasio con los efectos de esa derrota aún presentes en su mente y trabajar para resolver el enigma del talentoso y poderoso pegador a dos manos Crawford, que nunca ha perdido.
Es un espectáculo de boxeo increíble.
Está todo en juego: reputación, legado, orgullo.
Tras una última reflexión, Álvarez no tuvo más remedio que seguir este camino.
O recuperará el título que durante tanto tiempo fue suyo —el rostro del boxeo— o se lo cederá al entregado nebraskense que lo humilló hace dos meses.














