Promociones EL JEFE: el padre del boxeo de Nuevo León

Por ISAAC GUERRA
MONTERREY, Nuevo León.- El 17 de octubre de 2003 cambió el boxeo regio. Nació Promociones El Jefe, y con ella, la leyenda de Rosalío Avilez, el padre del boxeo de Nuevo León.
Antes de él, el boxeo en Monterrey y todo Nuevo León era casi inexistente: funciones aisladas, tres, cinco, máximo ocho al año, sin estructura ni apoyo para los peleadores. Avilez llegó y puso orden. Avilez llegó y les dio actividad a todos, a los suyos y a los de afuera. No discriminaba, no escogía; todos los boxeadores pasaban por su ring. Monterrey se consolidó como plaza imprescindible, y las funciones eran del pueblo y para el pueblo.
La afición lo recuerda así: «Ya era tradición, eran las funciones del Jefe. No siempre nos cobraba la entrada. Había veces que ni nos cobraba la entrada. A todos nos dio un trato preferencial. A todos nos daba trabajo en diciembre, para que nadie se quedara sin aguinaldo. A todos nos metía a pelear. No había boxeador en Nuevo León que se quedara sin pelear”.
De su impulso surgieron nombres que marcaron época: Julio César “El Pingo” Miranda, Juanma Alejo, Norberto “El Demonio” González, Arely “La Ametralladora” Muciño, Michael Medina, Ramón «Dinamita» Cárdenas, José Luis “La Boa” Rodríguez, Diego “El Pato” Eligio, Sergio “El Dandy” Puente, Jonathan “El Titán” Rodríguez, Víctor “Pitufo” Proa, Juan “El Ringo” Garza, Luis “El Charal” Rodríguez, Rashib Martínez, Irving Turrubiartes, José Cabrera “El Matador”, Asís Rodríguez, Erik Esquivel y Rodolfo Macías, entre tantos otros que vinieron de todos lados a esta plaza y dejaron su huella, como es el caso de Juan Carlos «El Camello» Rodríguez. Todos impulsados por Avilez, todos con oportunidad de brillar.
Durante 15 años, Promociones El Jefe realizó 487 funciones, ganó cinco veces el reconocimiento de Empresa del Año a nivel nacional y tres veces consecutivas. Monterrey se convirtió en plaza obligada. Nuevo León se convirtió en referencia. No hubo nadie que hiciera lo que él hizo, nadie que diera tantas oportunidades, nadie que construyera carreras con tanta pasión y compromiso.
Cuando se fue, la verdad, el boxeo de Monterrey se puso de luto para aquellos que ya eran afines a las funcione, pero en sí este deporte se mantiene con fuerza con promotoras que lo mantienen vivo. Hoy, 22 años después, a Rosalío Avilez se le recuerda por lo que realmente importaba: formó carreras, dio oportunidades, cuidó a los boxeadores y dejó un legado que nada ni nadie podrá borrar. Rosalío Avilez no es solo un promotor; es el padre del boxeo de Nuevo León.
Enhorabuena, Rosalío Avilez. 22 años de pasión, de lucha, de legado. Nada ni nadie podrá borrarlo.
