GRITO DE AUXILIO

El Boxeo en la CDMX: Entre la Anarquía y el Abandono Oficial

Por CARLOS ROSALES, mánager profesional

La problemática boxística actual en la Ciudad de México en tiene su raíz en la ausencia de una autoridad con sustento legal.

Muchos culpan a entrenadores o managers —estos últimos prácticamente extintos—, sin reconocer que el verdadero poder lo ostenta una red de corrupción civil que ha superado al buen gobierno del boxeo. Quedaron atrás los tiempos en que la Comisión de Box Capitalina era dirigida por hombres honorables, con conocimiento del deporte-espectáculo y de su industria, que servían de forma honoraria, es decir, por puro amor al boxeo, sin cobrar un solo centavo.

Hoy, esos tiempos han cambiado rotundamente. La Ciudad de México, otrora Distrito Federal, con paternidad nacional, es ahora el estado número 32, con una supuesta autoridad basada en “usos y costumbres” que solo engaña a los despistados y sirve a los vividores para exprimir lo poco que queda del boxeo local —y uno que otro foráneo—. Así de grave es la falta de una autoridad con peso y respaldo oficial. La anarquía es total: una comisión sin oficinas, despachando en la calle, hasta que el luchador, “El Fantasma”, les prestó un espacio en el Velódromo.

Es inconcebible que el boxeo profesional no cuente hoy con un solo comisionado que sea servidor público oficial, con un salario que le permita desempeñar sus funciones conforme a las leyes vigentes. Esta ausencia genera una industria sin garantías: proliferan la piratería, los fraudes, la falta de certeza jurídica y todo tipo de tranzas. Un ejemplo claro y contundente: la histórica Arena Coliseo, con ring, butacas, taquilleros, empleados, gimnasios e infraestructura en pleno funcionamiento, no presenta funciones de boxeo profesional ni los tradicionales Guantes de Oro: ¿La causa? La falta de negociación conforme a la ley con una autoridad que dé certeza jurídica al negocio de promover boxeo. No existen contratos con validez legal para las diferentes formas de organización boxística.

¿Por qué no hay Campeonatos ni Clasificaciones oficiales de la CDMX, si aquí se concentra la mayor población boxística del país? ¿Será por miedo al “hijo de Dios” de generar competencia directa a su empresa? ¿Cómo es posible que el gobierno no le dé fuerza a la máxima autoridad boxística, permitiendo que particulares se apropien de una industria económica y social con una rica tradición cultural?

Desde hace años, el boxeo ha clamado —por todas las vías institucionales, con escritos y manifestaciones— la creación de una autoridad boxística dentro del organigrama del gobierno, con todas las de la ley. La administración del boxeo es altamente rentable; basta revisar las cuentas bancarias de los organismos particulares que hoy lo regulan, muchos con prácticas monopólicas que anteponen sus intereses al buen y legal gobierno del deporte. Que quede muy claro: la comunidad boxística está totalmente indefensa ante la falta de voluntad política. ¿Hasta cuándo?


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