El boxeo mexicano y mundial está de luto, luego de que se dio a conocer la repentina muerte del prestigiado empresario, Don Alberto Reyes Pérez, de 66 años, quien fabricaba los guantes “Cleto Reyes”, en honor de su padre, iniciador de los artículos deportivos.
La noticia fue impactante en el mundo boxística, pues mucha gente lo había visto recientemente y se veía en perfecto estado de salud y con mucho ánimo, por lo que su muerte no se puede creer.
Alberto Reyes Pérez falleció la mañana de este miércoles 2 de enero de 2019 y lo que son los caprichos del destino, pues su padre, Don Cleto Reyes falleció un 3 de enero de 1999.
BOXNOTICIAS.COM se une a la pena que embarga a la familia Reyes Pérez por este doloroso deceso y ruega que pronto logren la resignación.
A continuación les mandó la biografía de la vida de don Alberto, narrada por él mismo.
BIOGRAFÍA
Eduardo Alberto Reyes Pérez
Desde que nací, el 4 de abril de 1952, he vivido dentro del ambiente del boxeo; aunque lo cierto es que mi padre, don Reyes Castro, ya había hecho de la confección de guantes de boxeo su principal ocupación, 14 años atrás. A él le tocó vivir una época muy interesante en la historia de México, ya que cuando nació, en 1920, terminaban los levantamientos armados iniciados en 1910 con la Revolución Mexicana; sin embargo, aún continuaría la lucha de los caudillos por el poder. Pocos años más tarde, con la reconstrucción del Estado, se establecía la etapa institucional que favoreció el desarrollo de nuestro país.
En el ámbito del boxeo, durante la década de 1920, se dio la práctica entusiasta de este deporte, una vez que se acabó con la prohibición establecida durante el Porfiriato. Se inauguraron nuevos gimnasios que tuvieron como entrenadores a boxeadores llegados de los Estados Unidos; aunque habrá que reconocer que antes que eso, ya había destacados pugilistas en México que fomentaban la práctica del boxeo, como fue el caso de Salvador Esperón y Fernando Colín, quienes, por cierto, se enfrentaron en una pelea clandestina –debidamente registrada en la historia de este deporte– en 1905, disputando el campeonato nacional de peso ligero.
Desde que tengo uso de razón, mi padre, Cleto Reyes (1920-1999), me inculcó valores muy positivos y valiosos dentro de la disciplina del trabajo y el amor por la familia. De esta forma, siempre he tenido presente el respeto y pasión por lo que uno hace, y mi gratitud y reconocimiento por lo que el boxeo me ha dado.
Durante mi infancia, escuchaba por la radio en compañía de mi familia, las peleas de box, ya que en esos años sólo la gente acomodada podía adquirir una televisión. También era la época en la que en algunas viviendas se podía ver televisión, pagando veinte centavos; pero el principal medio era la radio: en ella escuchamos las peleas del “Ratón” Macías, de José Becerra, de José “El Toluco” López y José Medel, entre otros.
Tiempo después, ya en mi adolescencia, era apasionante ver en televisión a peleadores de la talla de José Ángel “Mantequilla” Nápoles, Ultiminio «Sugar» Ramos, Alfredo “Canelo” Urbina, Vicente Saldívar, Rubén Olivares y Rafael Herrera, por mencionar algunos.
Cuando peleaban aquí en la ciudad, mi papá me llevaba tanto a la Arena Coliseo, la Arena México, la Plaza de Toros México, o bien la Plaza de Toros El Toreo. Ahí tuve la oportunidad de conocer a muchos boxeadores y managers de otra época de oro del boxeo mexicano, como fue la década de los sesenta y de los setenta.
Por esos años, ya también participaba en la fabricación de los guantes en casa; recuerdo muy bien que mi mamá cortaba la piel y ¡ah, cómo la hacía rendir! y mi papá a coser, ¡cómo trabajaba!, un promedio de quince horas diarias; mi hermano mayor a rellenar y yo pegando forros y poniendo agujetas.
Una anécdota que me apasionó fue en la revancha de la pelea de Vicente Saldívar contra el japonés Mitsunori Seki, el 7 de agosto de 1966 en el Toreo de Cuatro Caminos, ¡Yo anuncié los rounds! Resulta que acompañé a mi papá a llevar a la empresa de Don Pablo B. Ochoa los guantes para la pelea y el señor Javier Iriarte (matchmaker) estaba desesperado porque el anunciador, “El Chato” Ulloa, había sido despedido por Don Pablo y ¡no tenía anunciador! Entonces me vio y le dijo a mi papá, «-¡Oye Cleto, préstame a tu hijo para que suba a anunciar los rounds, recoja y entregue las papeletas de los jueces!-» Y pues mi papá «¡Sí, sí ándale, me dijo!
Yo, muy apenado, no quería, pero ante la necesidad e insistencia de ambas partes acepté y me dijo Iriarte: «Mira, te vamos a pagar mil pesos». ¡Ah! me pareció muy bien y sinceramente fue una muy buena experiencia porque nunca más me volvieron a llamar y a partir de ahí empezaron a subir a edecanes, no sé qué les inspiró ¿mi trabajo? Lo dejo a su consideración.
También recuerdo que recién iniciaba mis estudios en la Vocacional 3 cuando estalló la Huelga Estudiantil de 1968. Por ese motivo mi hermano y yo pudimos ayudarle a mi papá a atender el pedido de costales y cuerdas que le habían solicitado para el Comité Olímpico Mexicano. Fue un periodo muy bueno de seis meses en el que pudimos ayudarle nuestro padre.
Antes de cumplir mis 19 años, mi padre se incapacitó y siendo él, el único ingreso en la familia, decidí ayudarle, para lo que tuve que suspender mis estudios, apenas terminado el segundo semestre de Ingeniería Mecánica en el IPN. Solo bastó un año para que mi papá se reincorporara y me reinscribí para continuar con la escuela, pero hubo un detalle, en ese año de trabajo observé los problemas económicos de la familia y que la competencia había superado la manufactura que hacía mi padre, tanto en cantidad, como en calidad.
Yo me sentía muy comprometido con la ayuda que le brindaba a mi padre porque descubrí que tenía habilidad para rediseñar y elaborar nuevos productos; fue en ese momento cuando tomé la decisión de dejar mis estudios y dedicarme a trabajar al inicio de 1972.
El principal reto fue trabajar intensamente aplicando tres conceptos como premisas: “Calidad, Servicio y Precio”; así fue como logramos superarnos y recuperar el mercado. Para reforzar esta posición, llevé a cabo investigaciones de tecnología que nos permitieran garantizar, en forma sostenida, la calidad de nuestros productos.
En 1973 contraje nupcias con Leticia Alemán (1953-1990) y después de 6 meses, ella se integró al equipo convirtiéndose en un pilar muy importante en la formación de la empresa, hasta su penoso fallecimiento.
En 1975 se obtuvo el registro del nombre de mi padre como marca, en reconocimiento a la importante huella ya dejada en la manufactura de guantes de box. Y fue un orgullo el que hayamos obtenido la aceptación y la consiguiente autorización de nuestros guantes por la Asociación Internacional de Boxeo Amateur (AIBA), para ser utilizados en los VII Juegos Panamericanos, llevados a cabo en la Ciudad de México, del 12 al 26 de octubre de este mismo año.
Una gran noticia que me emocionó mucho fue cuando leí en el diario “ESTO” la noticia que daba Don Antonio Hernández el 19 de septiembre de 1978 sobre los resultados de la función en la que estuvieron como estelaristas Mohamed Alí vs. Leon Spinks, en la ciudad de Nueva Orleans, Louisiana, Estados Unidos y dice así:
«Por cierto, los cuatro combates titulares fueron disputados con guantes fabricados por Cleto Reyes habiéndose presentado una controversia porque la marca Everlast había pagó una fuerte suma por la publicidad en el ring y en consecuencia presionaron a los organizadores para que cubrieran con cinta adhesiva la marca de los guantes de Reyes. Así lo hicieron en las tres primeras, pero no en el “show” central y Alí y Spinks subieron al ring con guantes luciendo la marca ¡Reyes!»
Otro logro no menos importante, que nos permitió ingresar a la Banca, fue la constitución de la empresa como Sociedad Anónima, en el año de 1979.
Parece fácil iniciar una empresa, pero más difícil fue sostener los logros antes mencionados, particularmente cuando iniciamos la década de los ochenta, época de incertidumbre ante la crisis económica que atravesaba el país, y que provocó la quiebra de muchas empresas; pero el reto era saber resolver los problemas financieros que se nos presentaban, que para nosotros eran una novedad, y que muchas veces los resolvíamos como si los sorteáramos, obligados por una loca carrera que debía resolverse en forma inmediata, aunado a una cascada de alzas de precios, lo que nos llevó a esfuerzos inmensos en todos los géneros.
El gran arresto que mantuvimos, nos permitió sobrevivir, y también nos favoreció la exportación de un porcentaje importante de nuestra producción que estaba destinada a satisfacer las necesidades de este ámbito deportivo en algunos países. Así logramos construir la primera planta de producción en Ecatepec de Morelos, Estado de México, en 1983. Pero no todo iba a ser halagüeño: ante un periodo de enfermedad de mi madre, mi padre se retiró de sus actividades de manufactura en 1985. ¡Después de 47 largos y pesados años de trabajo!
Otra temporada aún más difícil que atravesamos, ocurrió en la primera mitad de la década de los noventa, con la muerte de mi madre y enseguida mi esposa. Tremenda tempestad amenazaba con venírseme encima, ya que mis proveedores, clientes y bancos sabían que la administración de la empresa descansaba en ella, debido a que yo estaba completamente absorto en la manufactura de los productos y obviamente la desconfianza estaba latente… Fueron momentos angustiosos para mí, pero tuve que enfrentar las nuevas condiciones que me ponía la vida enfrente… No fue fácil.
Después de persignarme, me decidí a tomar con determinación la administración, el trato con proveedores y clientes, y desde luego, continuar con el ritmo de producción alcanzado, lo que nos permitió afrontar esta nueva contrariedad. Así, en 1992, obtuvimos el reconocimiento ante Bancomex como Empresa Altamente Exportadora y en 1994 el Premio Nacional de Exportación en el Sector de las Pequeñas Empresas, ambos reconocimientos entregados por el Presidente de la República.
La empresa había alcanzado su punto más alto, y con ello, las presiones también aumentaban. Hubo un momento en el que tuve que presentarme en un hospital, ante un terrible cuadro de estrés que me estaba incapacitando para el trabajo, en 1997; pero esa nueva crisis tuvo también una salida venturosa: mis hijas Magdalena y Elizabeth, que recién terminaban sus estudios profesionales, decidieron ayudarme y aligerarme tan pesada carga. Con su integración a la empresa, inició otra nueva etapa de trabajo.
Industria Cleto Reyes, se consolidaría cuando fui llamado a colaborar como asesor en la H. Comisión de Box del D.F., lo que me permitió conocer a todas las autoridades y familia boxística del país y también relacionarme estrechamente con el Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
A partir del año 1996, he acompañado al WBC en todas sus convenciones y algunos eventos alrededor del mundo y he tenido la oportunidad de conocer y hacer grandes amigos, virtud que me fortalece espiritualmente. Un reconocimiento que me dio mucho gusto recibir, fue mi inducción al “World Boxing Hall of Fame”, con sede en la ciudad de Los Ángeles, California, en el año 2008.
La empresa ha seguido creciendo y en 2007 establecimos una segunda planta de producción en la ciudad de Toluca, Estado de México y en este mismo año mi hijo Alberto Jr. se unió a nuestro equipo de trabajo.
A la fecha, contamos con una empresa orgullosamente mexicana, con productos líderes en el mercado internacional, y que son preferidos por los campeones de todo el mundo. Además de satisfacer el mercado nacional, son exportados a los cinco continentes, destacando países como EUA, Reino Unido, Canadá, Francia, España, Italia, Rusia, Australia, Japón, Puerto Rico, Panamá, Filipinas y Sudáfrica.
La cereza de este pastel llamado Cleto Reyes, cuya receta ha sido con base al trabajo, la pasión, la honestidad y la calidad, se la pusimos el pasado mes de abril, cuando festejamos ¡70 años en los puños de los campeones!, pues en abril de 1945 se usaron nuestros guantes en una pelea de título mundial, la de peso ligero entre el mexicano Juan Zurita y el estadounidense Ike Williams.
En el festejo, ya como institución, Cleto Reyes otorgó por primera ocasión el «Guante de Platino» a empresas y personajes que con su esfuerzo, apoyo y dedicación han sido pilares fundamentales en el desarrollo del boxeo mexicano.
El primero de ellos fue postmortem para don José Sulaimán Chagnón, quien dedicara toda su vida a buscar el beneficio del boxeador. El segundo correspondió al licenciado Mauricio Sulaimán por darle continuidad al legado de su padre. El tercer reconocimiento fue para el legendario agente de boxeadores y periodista, Rafael «La Cobra» Mendoza; el profesor e historiador especializado en boxeo Víctor Cota León, recibió el cuarto galardón. Además de las cerveceras Tecate y Corona; y las empresas de televisión TV Azteca y Televisa.
Al festejo acudieron los campeones mundiales Carlos Cuadras y Pedro Guevara, las damas Irma García, Zulina Muñoz, Ibeth Zamora, Yéssica González, Esmeralda Moreno y los ex campeones Daniel Zaragoza, Cristián Mijares, Edgar Sosa, Francisco Vargas, el luchador El Hijo del Santo y el actor Gabriel Soto.
ENTREVISTAS
Este arduo trabajo nos ha permitido ganar el reconocimiento de los medios de comunicación impresos y electrónicos tanto a nivel nacional como internacional, tanto en las secciones de deportes, finanzas y entretenimiento.
Entre los más significativos sobresalen el reportaje que nos hizo la revista «Emprendedores», en 2007, en donde elaboró una lista de los diez empresarios más «emprendedores» y tuvimos la enorme dicha de ocupar el primer lugar en la misma.
Otro reportaje muy valioso fue el que nos realizó Nick Miroff para el diario estadounidense Washington Post, en septiembre de 2014.
Además de los siguientes: Diario Esto, Telemundo, Excélsior TV, Televisa, ESPN, Milenio, Récord, Univisión, Reforma, El Universal, El Gráfico y por muchos amigos periodistas.