«ME VOY A LEVANTAR, SÉ QUE LO VOY A HACER»: «ZORRITA» SOTO
Edmundo F. Hernández Vergara
LOS ÁNGELES.- Tras la dolorosa derrota sufrida a manos del argentino Lucas Matthysse, en la contienda semifinal de la función que presentó Golden Boy Promotions la noche del sábado en el Staples Center de esta ciudad, Humberto Soto salió caminando del imponente recinto de la mano de su esposa y abrazado de su hermana. Sobraron las muestras de aprecio y palabras que buscaban reconfortarlo por parte de cada uno de los integrantes de su equipo y también de algunos aficionados.
En el trayecto al vehículo que lo transportaría al hotel de concentración ubicado en Hollywood, lo abordó una pareja de españoles que le solicitó una fotografía. La dama de aproximadamente 40 años de edad, delgada y gorra de los Dodgers bien puesta no perdió la oportunidad para tratar de alentar al púgil sinaloense, quien lucía sereno y con las huellas de la batalla frescas en su rostro.
«Vinimos a verte desde España. Eres un guerrero, levanta la cara… estamos orgullosos de ti», le dijo la mujer a Soto, quien agradeció sinceramente el gesto.
A la llegada al hotel, muy cerca de las diez, justo cuando la noche en Hollywood empieza, Soto se encontró con Matthysse en la entrada del lobby, de cara a las puertas de cristal del lujoso edificio. Como un profesional, Humberto volvió a felicitarlo por el triunfo, después de hacerlo sobre el ring, y se marchó a su habitación en compañía de su esposa y sus hijos. El l argentino, quien lucía un traje deportivo con los colores de la bandera de su país, permaneció en el mismo lugar por espacio de una hora, sereno, sonriente y atendiendo a todo aquel que se le acercaba. Seguramente, por dentro, deseaba que la noche nunca terminara.
Alain «Konan» Hernández, un boxeador tijuanense que vio acción en la misma cartelera, abordó al pampero para manifestarle su admiración por la actuación de esa noche y para comentarle que en el mes de enero estuvo muy cerca de pelear con él en Argentina.
«¿Y por qué no se hizo?», preguntó Matthysse.
«Porque no tenía mi pasaporte vigente, pero fue mejor; me hubiera ido muy mal contigo», respondió el peleador fronterizo, provocando un risa espontánea en el sudamericano.
Al filo de las 11 de la noche, cuando los sonidos, imágenes y olores ya son uno solo en el corazón de Hollywood, en la habitación 531 del mejor hotel de la zona, un hombre al que las derrotas y los fracasos no le son muy familiares, lo envuelve el silencio, un silencio más pesado y profundo que el habitual. Es la expresión cruda y honesta de la derrota y que, paradójicamente, le ayudará a encontrar la forma para volver.
«Me voy a levantar. Sé que lo voy a hacer», rompió el silencio Soto, al final de la velada.