Por CP MANUEL CASTRO LÓPEZ
¿Vale la pena?
El box es sin duda el deporte que requiere de un rendimiento físico extraordinario. Requiere, pues, de un embate sólido hacia el oponente y de la capacidad de recibir golpes de manera tal que estos no afecten el propio rendimiento.
Los púgiles profesionales saben que la preparación previa a un combate entraña una serien de esfuerzos y sacrificios que redituaran en un estado óptimo en lo físico y mental y que sin duda adolecer de estas características es el principio del fin.
Me llama la atención la posible contienda que sostendrían Rafael Márquez e Israel Vásquez, boxeadores mexicanos los cuales en tres ocasiones anteriores han protagonizado épicas batallas y han satisfecho sin duda a la afición.
Combates los ya mencionados son prueba irrefutable del hambre de triunfo que el boxeador posee con base en un cúmulo de características propias de quienes en este país practican este aguerrido deporte. Dicho sea de paso, ambos elementos al cabo de estos combates han tenido que someterse a sendos estudios médicos para poder determinar su verdadero estado físico y mental, ambos mostraron secuelas a causa del intercambio de golpes que conmovieron las fibras más sensibles de la afición mexicana.
En mi opinión es el box una actividad lúdica, mezcla invariable de disciplina deportiva y del glamour que el espectáculo conlleva. Actividad que reúne a las más grandes empresas televisivas, a las mayores cadenas hoteleras dispuestas a asumir los costos económicos y a disfrutar por supuesto las ganancias que en miles de dólares deja una sola función de box.
¿Vale la pena, en términos deportivos estrictamente arriesgar de nueva cuenta la integridad física de un par de hombres, que por supuesto están dispuestos a todo pero que en su afán podría quedar truncada la mínima posibilidad de disfrutar de la gloria deportiva y las ganancias económicas?
Considero estrictamente innecesario un cuarto combate entre Rafael e Israel, probablemente el instinto boxístico «pida más», pero el sentido común indica que el reconocimiento profesional y deportivo para ambos púgiles les ha sido concedido en forma vitalicia.